1 de diciembre de 2009

La Lámpara maravillosa. Segunda Parte

Con una cara de incredulidad, Yauno miró lo que tenía entre manos.

-¿Qué demonios es esto? -le inquirió al Jefe.

-Pues... qué va a ser, la Lámpara maravillosa -respondió el Jefe con tono de extrañeza.

- ¡Pero si esto es una linterna!

- No es una linterna normal y corriente. Es la Lámpara maravillosa.

- La Lámpara maravillosa, la Lámpara maravillosa. ¡Y una mierda! ¡Esto es una puta linterna de mierda!

- Por favor, -trató de tranquilizar el Jefe -te pediría que dejaras de utilizar ese vocabulario soez. Estamos estre caballeros y hemos de hablar con corrección.

- Estoy ya de esto hasta...

- Tranquilo. Mira. Esta linterna, como trataba de explicarte es maravillosa. Posee una intensidad fueran de lo común, lo consume energía alguna, es decir, no lleva batería ni ninguna otra fuente energía, no hay que cambiar bombilla alguna y además, puede funcionar debajo del agua. No me digas que no es una Lámpara maravillosa.

Yauno se quedó boquiabierto. No era lo que él entendía por una Lámpara maravillosa, pero efectivamente se podría decir que esa linterna era una lámpara maravillosa. Realmente el Jefe no le había engañado, le había dado coba, pero no podía recriminarle nada. Ahora con quién estaba enfadado era consigo mismo. Había sido un ingenuo, cuando el Jefe habló de una Lámpara maravillosa, supuso enseguida que era una lámpara como la de Aladino, no se le ocurrió que podría ser otro tipo de lámpara maravillosa. ¡Qué estúpido!

Tragándose su orgullo aceptó de mala gana el pago por su trabajo. Lo guardó y se despidió del Jefe sin mucho afecto.

- No pongas esa cara, Yauno. -dijo el Jefe a modo de despedida -Ya te irás dando cuenta del verdadero valor de tu Lámpara.

Cuando llegó a su casa, Yauno miró el objeto. ¿Qué demonios iba a hacer ahora con eso? La tiró sobre la mesa y se echó deprimido en el sofá.

FIN
¿O NO?

28 de noviembre de 2009

La Lámpara maravillosa. Primera Parte

Había hecho un trabajo perfecto. Todas las demandas habían sido conseguidas. Ahora esperaba su ansiada recompensa.
Diez días antes, cuando le contrataron, el Jefe había sido muy claro:
- Tienes diez día -le dijo-. Debes obtener toda la información y luego ejecutar el plan tal y como hemos hablado. Si lo consigues, te recompensaré con la Lámpara maravillosa.
Estaba nervioso, nunca pensó que algún día podría llegar a poseer tan preciadoa reliquia. No hacía otra cosa más que pensar en qué tres deseos le pediría al Genio. 'Que me crezca el pelo', pensaba, 'Que mi mujer no me ponga más los cuernos', continuaba, 'Y por último, que mi hija deje de salir con el pinta de su novio, je je, sí, eso, que se vaya el carajote ese', terminaba.
Por fin el Jefe apareció.
- Hola, Yauno.
- Hola, Jefe.
- Estoy muy contento con tu trabajo. Ha sido un obra brillante. Supongo que ahora querrás tu recompensa.
- Sí, es lo que más deseo.
- No te haré esperar. Aquí tienes.
El Jefe sacó una caja de hierro bellamente ornamentada. Yauno la cogió con emoción. Le temblaban las manos. Con mucho cuidado abrió la caja. De repente, una luz intensa emanó del interior de la caja.
'Debe ser el aura del Genio', pensó Yauno.
Con un nudo en el estómago, Yauno extrajo de la caja la Lámpara maravillosa.
CONTINUARÁ...

24 de noviembre de 2009

El humo de las calderas

La creación de la Fundación Roberto H López fue una iniciativa de Don Federico Jiménez Martíez. La idea inicial era crear una base legal para las futuras demandas de clientes que se sentían ultrajados en su trato con la Corporación. Poco a poco la estructura inicial fue creciendo hasta llegar a lo que es hoy en día.

Nunca pensé que cuando entré a formar parte de la Fundación podría llegar a ser su Administrador. Es un trabajo complicado, ya que me encargo de gestionar todas las demandas interpuestas contra la Corporación, y esto supone una media de 500 al mes.

Es por esto que he decidido dimitir de mi puesto y cedérselo a Pedro Rodríguez Soto, mi gran amigo y compañero.


16 de noviembre de 2009

Un dolor de cabeza

Uf, me duele la cabeza. Es como si me estuvieran clavando un destornillador en la sien. A lo mejor es que alguien ha encontrado uno de los tornillos que me falta y me lo está atornillando. Ahorita mismo me voy a tomar un paracetamol o un ibuprofeno a ver si me alivia.

Es extraño eso del dolor de cabeza, ¿verdad? Otros dolores son más sencillos de comprender, por ejemplo un dolor traumático, o un dolor de estómago. Pero un dolor de cabeza... Pueden ser provocados por conducciones sanguíneas, por terminaciones nerviosas, por determinados músculos, yo que sé más, la cosa es que es algo raro.


La incertidumbre de la verdad

Como si todos los días fueran igual, Jacobo, fue esa misma tarde al bosque para intentar repetir la hazaña.

Nunca le salían las cosas como a él le gustaban, pero aquella vez fue perfecta. No se cansaba de recordarlo. Había salido poco después de comer, como otras veces, pero esa vez había sido diferente.

Cuando intentó repetirlo no pudo, y ante la impotencia, tomó una decisión: nunca volvería a intentarlo, quedaría su logro grabado en su memoria y no lo volvería a estropear con nuevos fracasos.

Se volvió a su casa convencido de lo acertado de su decisión, cuando de repente, le atacaron dos cochinillas asesinas. En un primer momento pudo esquivar los fieros ataques de los peligrosos crustáceos, pero a medida que pasaba el tiempo, su agilidad fue decreciendo por el cansancio, y en cambio, los ataques de las cochinillas eran más certeros. Por fin, tras una hábil maniobra pudo matar a una de ellas, quedándose solo ante la otra. Ambos combatientes se ensalzaron en una cruel batalla, con un incierto final, hasta que por fin, Jacobo logró acabar con la inmunda criatura.

Agotado, pero lleno de satisfacción por haber podido sobrevivir, cogió una escama de una de sus víctimas como trofeo y se lo llevó a su casa.

Había sido un día extraño, pero ¿qué día no era extraño?

La Singularidad del Uno

¿Por qué decimos que algo es singular?

La estructuración de una cosa sin igual es matemáticamente superior a la esquematización de cada uno de los elementos del conjunto por separado. Esto da pie a pensar que las cosas son así porque sí, pero lo cierto es que la materia implica una responsabilidad geofísica del ser con su interior, completando así el ciclo al que llamamos Círculo de Stewart.